El día en que le vi por primera vez personalmente, supe que nuestros cuerpos y nuestras almas tenían algo que ofrecerse, ya lo meditaba después de nuestras inocentes conversaciones. Anhelé desde el primer momento esos voraces ojos que tenían un misterio latente, ojos que miraban hacia otra dirección, admiré su creatividad desde el primer minuto, intuí en mi universo una atracción extraña hacia el suyo, una manía ilógica de incendiarle con mis letras, unos deseos inmensos de compartirle placer.
Poco a poco sembró en mí la capacidad de confiar, después de algunos encuentros (fortuitos inexplicablemente) empezó a vaciar mi cuerpo y a llenar mi mundo de sus ocurrencias, a inundarme de satisfacción, a compartir gustos que tenemos en común. A ir de la mano experimentando esto a lo cual le llamamos “Complicidad”
Para mi pirómano favorito.
JenHathor