He confesar que al inicio le regalé lo mejor de mí,
mis letras, mis manías, mi amistad incondicional,
mis noches de insomnio y mi mirada,
mientras que él,
sólo amaba a un corazón hipócrita que alguna
vez le partió el suyo en mil pedazos.
Al tiempo cuando me volví “su rutina”
perdió el talento de verme con gozo,
(Si es que alguna vez lo hizo)
Y yo aumenté mi capacidad de estar a gusto en el dolor,
dolor que él me producía.
Quizá no sabía que con sus actos construía mi destino,
un destino cruel e inmisericorde.
Habían noches en que leía las cartas que le había escrito,
mientras pensaba que el fervor de esas letras
ya no estaba latente en mi memoria.
Meses después cuando entendí la situación,
le destruí su universo alejándolo del mío,
y así, sin mayores pretensiones
le inventé un rumbo hacia la melancolía.
JenHathor.