Había días en que me tocaba pensando en él, otros tantos, en que se lo hacía saber, hacía que escuchara mis gemidos, para que así recordara lo incendiario que era a kilómetros de distancia. Él y su universo poseían detonantes incalculables, era un pirómano de lujurias; nunca dormía en mi cama, pero ella olía…