Disfruto de la soledad y el silencio con demasiado empeño, pero hay personas que te invaden, hay personas que van arrasando con todo a su paso, inundándote de su energía, mostrándote su universo, sus gustos, y llevándote de la mano a una nueva aventura.
Así era él, con su mirada inventaba mundos nuevos, con sus manos era capaz de cambiar el clima de mi cuerpo, con sus historias era capaz de atraerme mejor que los libros, podía estar horas mirándole, aprendiendo de él, escuchando sus infinitas vivencias a lo largo del camino.
Podía mirar el atardecer y verle ahí, porque él me lo había mostrado por primera vez. Podía verle en las emociones que me hacía sentir con su arte y en el azul intenso de su alma.
Era como si invadiera todo, así como decía Silvina Ocampo: como si se intercalara entre las frases de los libros que leo, dentro de la música que oigo, en el interior de los objetos que miro.
A veces, al oír pronunciar su nombre mi mente viaja e imagina las frases que dice, los lugares que frecuenta, las cosas que le gustan. Como si con aquella hazaña pudiera recrearle en mis sueños.
JenHathor